La música y su teoría

No sé cuántas veces me he encontrado presenciando una discusión acerca de algún tema sobre teoría musical o armonía. He visto cómo los contendientes defienden fervientemente su punto, por ejemplo, uno dice que la trecena bemol no existe que debe tomarse como quinta aumentada, el otro dice que no, que sí existe, que es otro acorde el de quinta aumentada y así por el estilo. Las personas que he escuchado entrampadas en tales cuestiones suelen ser músicos más que calificados, entonces ¿en qué radica la diferencia de criterio? La respuesta es: la información que recibieron donde cursaron sus estudios. ¿Eso significa que una escuela es mejor que otra?, o ¿que una tiene la razón y otras no?, no creo que estas preguntas nos acerquen a respuestas satisfactorias.

Considero que lo primero que tenemos que tomar en cuenta es la procedencia y desarrollo de las corrientes musicales que han influido en la música llamada “popular contemporánea” (nombre por demás inexacto y discutible). Si echamos un vistazo al nacimiento y desarrollo del jazz, principal generador de un gran número de estilos populares, veremos que no fue un movimiento musical hecho por egresados de escuelas de música ni mucho menos, nació en un medio rural y hasta mucho después llamó la atención de músicos con formación académica. No nos debería extrañar que el jazz haya violado tantas normas y reglas de la música occidental, pues no fue hecho, en principio, por occidentales, sino por africanos con una tradición propia que mezclaron su herencia con las influencias musicales que recibieron lejos de su tierra. Como ejemplo podemos mencionar que el primer blues debe haber sido un canto tradicional africano con una melodía basada en una escala pentatónica, armonizada con una guitarra, haciendo los cambios armónicos I – IV – V de las canciones occidentales que escuchaban aquellos artistas seguramente en las iglesias y en la casa de los dueños de las plantaciones donde servían (esto no es exacto pero la realidad no estuvo muy lejos). La pentatónica menor, con sus movimientos microtonales, se salía en varios momentos de la armonía que le imponían a la fuerza. Esto, un occidental de la época lo debe haber escuchado horrible, sin embargo, ahora nos parece normal, pues nuestra música popular, no se diga el jazz, están llenas de esas inflexiones ahora llamadas blue notes. Ahora, si escuchamos un acorde Mayor con la séptima mayor Maj7, nos remonta a boleros o bosanovas, lo escuchamos dulce, meloso, cuando en realidad el intervalo de séptima mayor es uno de los más disonantes.

Como vimos, el desarrollo del jazz en sus inicios no fue académico, fue hasta mucho tiempo después cuando se trataron de comprender sus estructuras. El problema se agrava cuando vemos que los diversos intentos para crear un cuerpo teórico para el jazz y la música popular se han hecho en diferentes lados. Tenemos, por ejemplo, la armonía que se enseña en berklee y la generada por dick grove, a pesar de tratar de explicar lo mismo, la forma de ordenar y explicar los fenómenos musicales es claramente diferente en ambas y, aunque comparten puntos de vista, es lógico que expliquen de manera distinta y a veces contraria el mismo fenómeno.

Pero esto no es todo, tendemos a pensar que las “leyes” de la música están escritas en piedra, y se nos olvida que la música occidental es una de las muchas manifestaciones musicales de la humanidad, para ser breve, si comparamos la música occidental con la indú podemos apreciar que son muy diferentes melódica, rítmica y armónicamente, y les pregunto, ¿cuál de las dos es la buena?, o ¿cuál está en lo correcto? Así veo las diferencias entre el jazz y sus derivados y la música tradicional de occidente; si bien el primero tiene una gran influencia armónica de la segunda sus sistemas armónicos son particulares y no se diga de su ritmo y melodía. Por lo tanto, tratar de explicar al jazz con el cuerpo teórico de la música occidental es muy difícil y creer que el jazz está explicado con la mal llamada “armonía moderna” que, si bien nos es de gran utilidad para empezar a comprender los mecanismos del jazz, de ninguna manera lo abarca y mucho menos hay una escuela en particular que goce de tener la neta.

Con esto no invito a no estudiar música, por el contrario, hay que estudiar música y mucho, lo que no hay que hacer es creer que la teoría tiene todas las respuestas o lineamientos, solo hay que recordar que primero se crea la música y después se analiza y teoriza sobre ella.

Por último les recomiendo que no se compliquen, traten de adoptar los enfoques más simples, en mi experiencia, así es como se logra una mucha mejor comprensión de los fenómenos musicales.

Emmanuel Mora 2017