Para aprender a tocar pasamos horas y horas estudiando: escalas, arpegios, acordes, lectura, temas, solos, etc., etc., etc. Generalmente nuestras manos, con una asombrosa facilidad, se mueven y se mueven. En clases es común que les pida a mis alumnos que dejen de tocar la guitarra para que me escuchen y comprendan las instrucciones que les doy. La realidad es que nuestro instrumento es como un imán para nuestros dedos y tenemos la costumbre, casi convulsiva, de tocar y tocar sin ton ni son. Esto por supuesto es tan recurrente que no pensamos en ello y, haciendo honor a la verdad, como todo el mundo nos dice que para ser un excelente ejecutante hay que estudiar mil horas, el tocar y tocar no nos parece algo malo, pero ¿es malo hacer esto? Definitivamente sí. Primero habría que hacer una distinción entre estudiar y esa costumbre de manosear el instrumento. El estudio requiere concentración, si no nos concentramos es muy probable que estemos haciendo las cosas mal pero, como la concentración es difícil y aburre, todo mundo recurre al manoseo del instrumento, como sustituto del estudio. Claro, cuando sabes bien una digitación y la tocas muchísimas veces, pues llegas a ejecutar de manera veloz esa digitación pero ¿suena bien?, ¿se entiende?, ¿estás ampliando continuamente con ello tu lenguaje?, ¿o sólo tocas rapidito algunas poquitas cosas? He ahí el meollo del asunto, muchos músicos jóvenes he inexpertos creen que tocar mucho es tocar bien, pero esto no es para nada lo mismo, se puede tocar mucho y MUY MAL.
La música, como cualquier otra disciplina artística, consiste en la maestría del balance, de los contrastes, del buen uso de los materiales para hacer obras con expresión y equilibrio; no digo bellas ni nada por el estilo, la belleza es una entre muchas cosas que puede elegir expresar un artista. Entonces, si atiborras y saturas todo ¿dónde queda el equilibrio? Esto no significa de ninguna forma que la música, por ejemplo, de Paganini sea mala, por el contrario, el virtuosismo está usado con equilibrio y maestría, pero hablamos de Paganini, un artista que ha superado la prueba del tiempo.
Recordemos que, para que una obra musical sea valiosa, debe tener varios aspectos cubiertos: la melodía, la armonía y el ritmo, partes fundamentales de la música que deben estar hechas con buena factura. Esto sin profundizar en otros aspectos tan importantes como la puntuación, la dinámica, el fraseo, la buena instrumentación, etc., es decir, si la música es rápida y aparatosa, pero cumple con los requisitos anteriores, puede ser buena; no obstante, si no los considera, por rápida que sea, simplemente no lo es.
Pensemos en un solo de guitarra que está tocado a mil por hora, pero está fuera de tiempo, o tiene notas mal manejadas armónicamente hablando; o bien, es correcto en lo referente a lo anterior pero tiene tan mal fraseo que no se entiende nada, ¿es un buen solo? Un buen solo puede ser muy rápido pero debe decirme algo, debe ser expresivo y debe ser correcto musicalmente hablando. Podemos contrastar a grandes guitarristas como David Gilmour (Pink Floyd) y Steve Vai, o a Pat Martino y Wes Montgomery, ¿quién es mejor?, aquí ya es cuestión de gustos, pero definitivamente todos ellos hacen muy bien las cosas.
Entonces la recomendación es sí deben preocuparse por su velocidad, pero también por su sonido, fraseo, conocimiento armónico, precisión rítmica, métrica, deben ampliar su lenguaje, saber leer y escribir música, etc. Recuerden, no toquen por tocar, eso es contraproducente, toquen con conciencia, con concentración, adquieran un sistema de estudio inteligente y verán la diferencia.
Por ultimo, al tocar sean respetuosos del compañero músico, manejen bien su volumen y densidad, sean adecuados para la situación del momento, a veces lo mejor es tocar muy poco o, de plano, no tocar.